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EPISTEMOLOGÍA PARA LA PRAXIS GERENCIAL EN EL SIGLO XXI


Toda praxis implica una teoría, y la teoría gerencial es, por lógica, anterior a la praxis gerencial. A menos que se siga una teoría, con un fin deseable, como objetivo y los medios para alcanzarlo, el actuar no será una praxis de ninguna manera, sino sólo una conducta sin sentido. Si por medio de la praxis gerencial se pretende alcanzar objetivos y metas organizacionales, ésta se basa en una teoría. Vale la pena insistir en que la teoría es anterior a la praxis, aunque a menudo se piense de modo contrario. Antes de cualquier praxis gerencial está alguna teoría, en forma explícita o implícita. La administración en sí misma es una actividad de primer orden que se refiere a la planificación, organización, dirección, control para alcanzar los objetivos propuestos por la organización.

La epistemología es una reflexión de segundo orden, es útil pensar en la teoría como un cuerpo de recomendaciones para la praxis, y en la epistemología como el examen crítico de esas teorías. En este sentido, tal como lo señala Rodríguez (2005) la evolución del pensamiento organizacional ha ido de la mano con los cambios sociales, económicos, políticos y tecnológicos que se han ocurrido en el transcurso de la historia. En alguna medida, el conocimiento gerencial se reconstruye en el marco del amplio espectro que supone pensar la praxis gerencial. Por tanto, la tarea de la teorización gerencial ha sido la de articular un discurso coherente que explique, en el marco de las contingencias temporales, el pensamiento y acción en materia de espacios y dinámicas organizacionales (Rodríguez, 2005).

La administración científica y con ello la praxis gerencial nació a principios del siglo XX, producto del positivismo del siglo XIX de Augusto Comte con su física social, donde se tenía el convencimiento de que las leyes científicas podían describir la realidad natural y, el comportamiento social en un determinismo absoluto, se tenía plena confianza en el método científico, único para alcanzar la verdad, la verdad aristotélica en la lógica clásica. El objeto estaba estrictamente separado del sujeto y, el método exigía que el observador no interfiriera ni modificaba al objeto de estudio.

La praxis gerencial tenía que basarse estrictamente en este método científico. En el siglo XX, con el aparecimiento de la psicología, específicamente la psicología social y el conductismo, cuyas bases son esencialmente el comportamiento humano dentro de las organizaciones, tenían que comportarse de acuerdo a ciertas leyes que eran necesario descubrir, por ejemplo, la relación estímulo-respuesta, a mayor remuneración del empleado debía traducirse en mayor motivación y por lo tanto en mayor productividad, las leyes de la lógica clásica debían cumplirse estrictamente.

El determinismo era esencial, pero los descubrimientos en la física cuántica como el indeterminismo de Heinserberg, donde se comprueba que el sólo hecho de observar el fenómeno altera el objeto de estudio, puso en discusión las bases del indeterminismo. En la lógica, la creación de lógicas divergentes distintas a las clásicas, como la lógica modal o preferencial, lógica paraconsistente, puso en duda el concepto de verdad absoluta, con lo cual empezó a surgir un nuevo concepto de lo qué es la realidad, tanto física como social, y por ende la praxis gerencial perdía su sustentabilidad en la ciencia llamada clásica, y por tanto, en este siglo XXI, emergen conceptos y términos que irrumpen fuertemente, como ser, la complejidad, que se basa esencialmente en principios cibernéticos, teoría del caos, principios no deterministas, como la teoría de catástrofes, los descubrimientos científicos en la física, en la matemática, la biología, ciencias transaccionales, como la cibernética, la neurociencia, han ido formando un marco teórico para la praxis gerencial, totalmente diferente, a lo visto en el siglo XX, un ejemplo, la inteligencia emocional.

A medida que avanza la ciencia más importancia se le da a lo esencialmente humano, la belleza, las emociones, la comunicación, el sujeto no es solamente un engranaje en una máquina de producción, sino un ser sensible con su universo propio, sus creencias, sus actitudes, emociones que conjugan un ser, en general que tiene la capacidad de trabajar con sus semejantes en la búsqueda de intereses comunes.

Por tanto, en la actualidad subyacen ideas encontradas en un punto, lo cual sugiere el rompimiento con las lógicas de pensamiento, el surgimiento de nuevas políticas culturales que abren espacios para voces no tradicionales y actores diversos, y el conflicto que generan ambas cosas frente al tradicionalismo societal (Friedman, citado en Rodríguez, 2005).

En el caso de la praxis gerencial en el siglo XXI, el rompimiento caminaría de la mano con la forma en que se conceptualizan, estudian y analizan las problemáticas en las organizaciones (Rodríguez, 2005). A partir de esto se ha estimulado una reflexión más filosófica sobre la cognición y la conducta en las organizaciones, orientándose a un análisis epistemológico de las bases de la teorización organizacional.

En referencia a lo anterior, Hancock & Tyler (citados en Rodríguez, 2005) indican que “el postmodernismo ha ayudado a mover el estudio de las organizaciones más allá de las rígidas demarcaciones ontológicas entre el objeto y el sujeto de investigación y ha generado interés por la investigación de aspectos de la vida organizacional previamente juzgados, a lo más, como periféricos y, a lo menos, como completamente inapropiados para una consideración científica social seria”

La relación sujeto-objeto en la investigación social del siglo XXI se entrelaza y acepta que es prácticamente imposible no alterar la realidad, porque de cierta manera somos constructores de esa realidad. La verdad también es histórica, producto de las interrelaciones sociales y muchas veces dialógica, es decir, existe tú verdad y mi verdad, y pueden coexistir aunque sean contradictorias en nuestra realidad. El gerente del siglo XXI, no sólo se basa en aspectos cognitivos, sino que tiene que tomar en cuenta todos los aspectos realmente humanos que conjugan un ser humano, tiene que estar atento a los nuevos descubrimientos en la psicología, la biología, la física, en la matemática, la neurociencia, el conocimiento del siglo XXI, es integral, holístico, no se puede separar en casilleros como estábamos acostumbrados en el siglo XX.

La solución a los problemas que se enfrentará el ser humano para la sobrevivencia en el planeta exigen una nueva manera de verdad la realidad, y la manera de alcanzar el conocimiento de esa realidad, las tecnologías son cada día más sofisticadas, la acumulación de información, cada vez es mayor, y se está perdiendo la capacidad de procesarla para alcanzar un nuevo conocimiento para sobrevivir como especie de este planeta, todo es un problema de cómo se administra y gerencia el conocimiento para traducirlo en una nueva sabiduría.

Interesante también para tener una posición filosófica que procure la búsqueda de nuevos enfoques gerenciales innovadores para la praxis gerencial, son los supuestos ontológicos que se adopten sobre los objetos de estudio que surgen en el campo social y la concepción metodológica que se tenga del contenido y la función de los modelos matemáticos que relacionan el campo de la sociología y la matemática. Según Estany (2005), un modelo “es la representación o imagen que bajo ciertas condiciones se atribuye a los sistemas reales, mentales o simbólicos: instituciones, acontecimientos, creencias, comportamientos, etc.” (p. 377). Estos modelos se suelen expresar por imágenes, proposiciones del lenguaje natural o representaciones analógicas. Los modelos interesantes que relacionan la sociología con la matemática y por ende, la economía o la administración con la matemática, son modelos que implican relación entre variables u otras entidades, y su éxito consiste en encontrar la formulación que sea apropiada a la realidad que se estudie. Está relación no ha estado exenta de controversias, lo cualitativo no implica rechazar la matemática para la explicación o comprensión de los fenómenos sociales.

Tal como lo señala Delgado (2010), el paradigma de la complejidad corresponde más a la idea de un modelo explicativo de los fenómenos sociales y su contextualización, para tratar de esclarecer el cómo y el por qué se producen. Se sabe que no se puede programar lo inesperado y que quizá lo más conveniente es diseñar modelos predictivos que incorporen la complejidad creciente. La gestión organizacional y la necesidad de asumir modelos que incorporen orden y desorden, y que permitan alinear los enfoques gerenciales a un mundo en creciente complejidad. Una postura filósofica que apoye la emergencia de enfoques gerenciales innovadores, por lo que se dijo anteriormente estaría fundamentada, en una posición ecléctica entre un construtivismo radical y un realismo absoluto, entre un racionalismo y un empirismo, pero a esto se tiene que agregar los aspectos éticos y morales que deben orientar unos valores que permitan unas relaciones humanas más ricas y comprensivas.

Se debe tener presente la dialógica, no somos poseedores de la verdad, nuestra lógica puede ser que no sea interpretada del modo que deseamos por el otro. Se debe considerar que en este mundo comunicacional no solamente tiene valor el conocimiento, el saber hacer algo sino que también el para qué hacemos lo que hacemos, la economía no solamente debe buscar la riqueza sino satisfacer las necesidades del ser humano, el conocimiento para sí y de por sí puede ser hasta destructivo. Se debe administrar no solamente para hcer, sino construir dentro de un marco esencialmente humano, que más que la búsqueda de lo material se encuentre la satisfacción y la felicidad de los seres humanos, por lo tanto, se debe desarrollar en nuestra administración una inteligencia emocional, saber sentir, apreciar los valores del otro, ponerse en el lugar del otro, todo esto en búsqueda de una verdadera sabiduría que este más allá del conocimiento, que nos produzca una armonía, un equilibrio de nosotros con nosotros mismos, de la comprensión de nuestros semejantes, del respeto al medio ambiente y los seres vivos que pueblan nuestro planeta en un bucle de sabiduría de autoreflexión permanente y continua que nos haga preguntarnos el por qué estamos aquí y cómo podemos servir a nuestros semejantes. Todo lo anterior se logrará como dice Maturana con el amor, pues estamos condicionados biologicamente para vivir dentro del amor, con el amor y otorgando amor.

Para concluir, según el viejo paradigma, heredado en las formas de administración tradicionales desde Taylor, la organización es concebida como una máquina de procesar información, en el que el único conocimiento útil es el formal y sistemático (Revilla, 1995). Desde esta perspectiva, el modelo administrativo puede describirse como un simple modelo de resolución de problemas (Argyris y Schön, citados en Revilla, 1995). Sin embargo, a partir del nuevo paradigma, exige a los gerentes una nueva manera considerar el conocimiento en los procesos de cambio en las organizaciones y los modos de producirlo para tomar decisiones (Nonaka, citado en Petrella, 2010).

En ese sentido, el gran desafío para la gerencia consiste en que los modelos alternos gerenciales tengan presentes a los modelos organizativos heredados del pasado histórico y, a la vez respondan a las exigencias del contexto emergente, cambiante, permitiendo desarrollar nuevos enfoques y herramientas, es especial, la forma de aprender y manejar el conocimiento para la praxis gerencial en el siglo XXI (Dután, citado en Petrella, 2010).

REFERENCIAS

Delgado, D. (2010). La gestión del capital humano en el contexto de la complejidad. En A. Martínez Sánchez, & M. Corrales Estrada, Administración e conocimiento y desarrollo basado en conocimiento: Redes e innovación (págs. 179-195). México, D.F.: Cengage Learning.

Estany, A. (2005). Filosofía de las ciencias naturales, sociales y matemáticas. Madrid: Trotta.

Petrella, C. (2010). Los procesos de destrucción crativa en las organizaciones de la tercera ola: un modelo conceptual y práctico para encarar el desarrollo organizacional. En A. Martínez, & M. Corrales, Administración de conocimiento y desarrollo basado en conocimiento. Redes e innovación (págs. 27-48). México, D.F: Cengage Learning.

Rodríguez Ortiz, J K; (2005). Tendencias postmodernistas en el pensamiento organizacional. Ciencia y Sociedad, XXX(2) 316-357. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=87030206

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